jueves, 4 de febrero de 2010

30 Enero
Tras la visita a Ajmer, regresamos a Pushkar, allí dimos una vuelta de despedida y caí en la tentación de comprarme un traje de algodón blanco de camisola larga con bordados sutiles de plata en el delantero y pantalones pitillo que arrugan como un guante largo en pantorrillas y tobillos; traje típico elegante en esta zona, aunque lo normal es ir con “doti”, tela blanca de tres metros y medio enrollada de una forma especial en la cintura y piernas, formando así unos pantalones chulisimos que intento investigar como lo hacen y no pienso irme de aquí hasta que lo descubra.
También compramos varillas de sándalo. Fue un deleite olfativo, de eucalipto….Hummm…, de jazmín….Hummm… de canela….Hummm y la verdad que aparte de ese momento y en los templos, la India dista mucho de los dulces y especiados aromas tan renombrados, así que voy a desmitificar este tema.
La India huele a zorruno, suciedad retestinada, humo, basuras, orines, excrementos….y demás delicias, esto lo digo para aquellos que pensaban como yo que olía a gloria.
Ahora vamos en coche hacia Jaipur, la capital de Rajastan con 2.400.000 habitantes, casi ná..

1 comentario:

ovidio dijo...

Di que si tu toma nota de como se hacen esa especie de pantalones que rapidamente los ponemos de moda

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