3 Febrero Munnar

3 Febrero
Munnar
Toda la mañana hasta el medio día hemos estado de excursión por los alrededores en un ricksaw (tuc-tuc).
Los montes y valles cubiertos casi en su totalidad por plantaciones de té, de una forma particular, al dejar estrechísimos caminos entre las plantas para facilitar la recolección, dándole un aspecto de superficie de coliflor, los tonos verdes se moteaban con las mujeres recolectoras, un río con una zona que produce eco, un lago, vistas espectaculares de las montañas que separan Kerala de Tamil Nadu y les sirven de frontera.
Pero si tengo que contar algo, es la pequeña excursión que hemos hecho a pié bajando a un valle plantado con huertos y casitas en hileras de distintos tonos de verde y azul cubiertas con uralita a dos aguas, los campesinos que allí habitan nos han recibido con cierta sorpresa al principio y con plena amabilidad y hospitalidad después.
Humildes, dignos, limpios y naturales, nos sonríen a nuestro paso, nos saludan y hasta nos ofrecieron té del que ellos cultivan, por supuesto hemos aceptado al instante pues se respiraba la naturalidad y sencillez que da la vida en el campo, nos han invitado a entrar en su casa, no más de veinte metros cuadrados, divididos en dos zonas, una que hace la función de recibidor, salón, comedor y dormitorio, la ocupa casi totalmente dos camas grandes que funcionan como sofás, un arcón como baúl, taquillón y mesa, un armario para la ropa y las paredes absolutamente cubiertas de fotos familiares enmarcadas, cuadros de Cristo, la Virgen y Santos, pósters infantiles y de artistas, un reloj de pared y yo no sé cuantas cosas más y la otra zona es la cocina, ennegrecida por el humo de la leña, y un puñado de cacharros de metal bien limpios, porque tienen agua corriente justo delante de puerta de la calle que da a una pequeña acequia.
Ahí viven simplemente dos familias, dos cuñadas con sus maridos y dos hijos cada matrimonio, o sea ocho personas.
Nos han hablado de sus maridos que andaban trabajando, de sus hijos que estaban en la escuela, de su madre que había muerto, de lo bien que viven allí, con hortalizas y animales de corral para comer, nos hemos hecho fotos con ellos, prometiéndoles, que se las enviaría y yo por mi parte les he regalado los consabidos lápices, sacapuntas, gomas, blocs y bolígrafos para sus niños.
Ha sido delicioso y emotivo. La mejor experiencia hasta el momento.