sábado, 11 de febrero de 2012

7 Febrero Viaje a Mysore

7 Febrero
Viaje a Mysore
Nos despedimos de Ooty, no sin antes comprar el rico té que se cultiva aquí y que cubre la mayor parte de sus montes, también de los “Todas”, tribu de no mas de dos mil personas que habitan en esta zona en cabañas cilíndricas de caña de bambú y palma, pastores y adoradores del búfalo, orgullosos de su estirpe, se cubren con mantos blancos adornados con sencillas cenefas, tipo “punto de cruz” en rojo y negro, con costumbres y ritos distintos.
Ya en el autobús, atravesamos la reserva natural de Madumalai que contiene una gran variedad de animales, pero que solo pude avistar monos, elefantes y aves.
Dejamos atrás el fresco de las altas montañas con sus bosques de esbeltos árboles, como eucaliptos y pinos, dejamos atrás Kerala, para bajar a la cálida meseta del estado de Tamil Nadu.
El paisaje es otro, vuelven los cocoteros, las plataneras y las casas cambian el colorido por el blanco, cubiertas con tejas a dos aguas.
Tras seis horas de viaje, Mysore se avista a lo lejos.
Nada mas llegar, gran sorpresa, pues nos encontramos una ciudad limpia, algo extraño en India, sin alcantarillado al aire libre, ordenada, con grandes avenidas, plazas con templetes o arcos conmemorativos, palacetes neoclásicos, jardines, una circulación organizada por semáforos y guardias urbanos, en definitiva, nos dimos de cara con una ciudad amable, cómoda, fácil de transitar en donde los olores dejan paso a los aromas.
Ciudad del sándalo y de la fabricación de seda.
Nos hospedamos cerca de la estación de autobuses y descargados de mochilas visitamos el gran bazar, un mercado fantástico con las características propias del sur, pero con una novedad, las rosas, puestos y puestos con montones de pequeñas rosas de muchos colores gritando mas con su aroma que los propios vendedores voceando su venta.
Nos acostamos satisfechos y contentos de estar aquí y con la idea de que Mysore es una buena ciudad para vivir en la India.

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