viernes, 22 de enero de 2010

DESIERTO DE JAISALMER

20 Enero
Seguimos en Jaisalmer.
Por las noches, en el Hotel es cuando me pongo a escribir en el portátil, volcar las fotos y hacer la contabilidad del dia, en un pequeño y precioso cuaderno de notas, donde además anoto recetas, precios, apuntes de diseños de formas de vestir,…que por cierto, me regalo Angelines para este viaje y me esta viniendo de maravilla.
Hoy hemos hecho un tour por los alrededores de la ciudad; pequeñas aldeas aisladas en los limites del desierto; pequeños y austeros Templos Budistas y un lugar lleno de Cenotafios en honor de los Maharajas de la ciudad.
Todo el viaje con la contemplación del paisaje lleva banda sonora gracias a la gran colección de música que lleva Raju, ya sabéis, nuestro taxi driver, que habla ingles, pero con un acentazo hindi, agudo y nasal que cuesta entender, sobre todo yo que solo chapurreo y que a Lapu le cuesta pero al final se entienden, gracias a su soltura al hablar y su amplio vocabulario no estamos teniendo ningún problema con el idioma.
Bien dicho esto, sigamos con el tour; después de comer nos adentramos en el desierto puro y duro hasta llegar a unos pequeños poblados donde en unos corrales con construcciones cilíndricas decoradas con pinturas naif de plantas y aves, cubiertas con vegetal seco a modo de chozas, alquilan camellos con camellero para hacer una travesía hasta las dunas dentro del desierto y desde allí, sentado en ellas contemplar el encarnado atardecer en aquella inmensidad.
Aunque al principio estábamos reacios al “camelleo” tan enfocado para el turista, resolvimos tener esta experiencia a pesar de suponer un gasto extra, un poco elevado para los precios en India y valió la pena, vaya que si valió la pena, a pesar de bajarte “espatarrao” y con las carnes revueltas del galope.
Al regresar, en dicho patio y solo acompañados con cinco turistas mas, nos montaron una fiesta con músicos rurales del desierto, entonando cantos con lamentos similares al flamenco,y que me perdonen los musicólogos entendidos, todo ello ilustrado con una danzarina ataviada con las vestimentas propias del lugar, pero en día de fiesta, porque llevaba como espumillones dorados y tejidos brillantes sintéticos que parecía un adorno navideño y mi sorpresa fue que dicho regalo llevaba un hombre dentro, travestido de mujer, pintado como una puerta y sus rudas manos, distaban mucho de la elegancia de movimientos propios en estas danzas, pero fue divertido, sobre todo cuando nos saco a bailar y me dije ¡esta es la mía!, los guiris se quedaron muertos y me aplaudían bajo aquella luna tan oriental, con forma de cuernos de abajo a arriba.
Aquí, la transexualidad es muy valorada y respetada, se la considera el tercer sexo y los invitan a ceremonias varias porque creen que traen buena suerte.
Nos reímos todos mucho bailando y haciendo el indio y me decía a mi mismo: “Paquito, Paquito, ¡Que te gusta montar un espectáculo!, pero que le vamos a hacer, “Ca uno es ca cual”.

2 comentarios:

Sakena dijo...

Hemos encontrado al travesti de la suerte entonces? Acuérdate de Pekín Express,
ni siquiera hace falta que cuelgues las fotos, el relato es tan gráfico que podemos prescindir de ellas,
eso sí, si grabaste el episodio de baile, quiero verlo!

ovidio dijo...

Que bien tantas cosas guardadas en la retina que despues se transformaran en algo super creativo
Lo de las titas bailando ya me lo puedo imaginar de traca seguro

Publicar un comentario